terça-feira, 30 de outubro de 2007


"EL SENTIDO RELIGIOSO DE LA VIDA

Para mí la religiosidad es la saturación que ha hecho en la mente la idea del alma, el recuerdo de cada instante, de cada hora, de esta presencia del alma en nosotros y el convencimiento total de que el fin de la vida entera no es otro que el desarrollo del espíritu humano hasta su última maravillosa posibilidad.

La materia está delante de nosotros, extendida en este inmenso panorama que es la naturaleza con la intención aparente de hacernos olvidar lo invisible, apegándonos a su hermosura, y nuestro cuerpo está susurrándonos, que él es nuestra única realidad. Son los dos tentadores, son los dos insignes engañadores.

Religiosidad es buscar en esa naturaleza su sentido oculto y acabar llamándola al escenario maravilloso trazado por Dios para que en él trabaje nuestra alma. Respecto del cuerpo, religiosidad es vivir sacudiendo su dominio y una vez domado, hacerlo el puro instrumento siervo, que debe trabajar para el espíritu, que es su única razón de ser. No sólo los cielos, la tierra y la carne que la puebla, son esa escritura de Dios de que habla Salomón.

Nos dividimos, hombres y mujeres, en religiosos y a-religiosos (no quiero nombrar a los otros). El hombre a-religioso es el hombre frívolo. Es frivolidad rozar la corteza de las cosas y los seres y no dejar la mirada más largamente en ellos, hasta ver que detrás de esa corteza de materia hay una raíz de espíritu que la está vivificando por siglos y siglos. Es frivolidad pensar que una creación portentosa no tiene otra finalidad que desangrarse en polvo, después de brillar un millón de años; es frivolidad pensar que si nosotros los humanos hacemos el más mezquino objeto con un fin determinado, la naturaleza, ese prodigio, fuera hecha sin otra finalidad que el alimentar plantas, bestias y hombres, para que después la abonaran con su puñado de mísero polvo disperso - nada más. Estupenda frivolidad es el materialismo que se cree sin embargo, hijo de la observación y la ciencia.

Quiero repetir la definición que di sobre la religiosidad. Dije que era "el recuerdo constante de la presencia del alma". Entre los artistas son religiosos los que, fuera de la capacidad para crear, tienen al mirar el mundo exterior la intuición del misterio, y saben que la rosa es algo más que una rosa y la montaña algo más que una montaña; ven el sentido místico de la belleza y hallan en las suavidades de las hierbas y de las nubes del verano la insinuación de una mayor suavidad, que está en las yemas de Dios.

Religioso fue Leonardo, el hombre que vernos inclinado sobre un lienzo nunca concluido y al que podría llamarse "el siempre insatisfecho". Él hurgó en la materia y la exprimió más como un sabio en su laboratorio que como un artista en su atelier, y vio que había un resplandor detrás de su espesura ciega. Religioso Shakespeare, el reteñidor de la pasión humana. La intensidad es don espiritual; Shakespeare eleva el amor o el odio hasta que aparecen de tal modo maravillosos que salen del plano de la simple realidad fisiológica y entran en lo angélico o lo diabólico, es decir, entran en el espíritu. Tagore, entre los modernos es religioso no sólo por sus asuntos, sino por una que llamaríamos visión de la unidad propia de los místicos que van recomponiendo en la multiplicidad de las cosas, la inefable unidad de Dios.

No es cierto que todos los místicos hayan vivido sumergidos en una ciénaga de amargura. Hay un Fray Luis de Granada y un Kempis, tristes hasta la muerte, como Cristo en la tercera hora; pero hay un Francisco de Asís, con un corazón nuevo como el lirio cuajado de rocío, y hay un San Juan de la Cruz que va bebiendo el trascender de las praderas.

Estoy alegre, dice el hombre de fe, porque trabajo en este solar de Dios que es el mundo. Él quiere mirar verdes las tierras de labor y me empuja hacia los surcos, en los que quedo hasta que se van borrando de sombra. Estoy alegre de servirle y canto en el extremo de la pobreza, como canta el pájaro en la punta temblorosa de su rama. La voluntad de éste mi Señor, es a veces mi sonrisa y otras veces mi lágrima quemante.

Todo heroísmo es religiosidad, al ser olvido de las dulzuras de la vida, al ser servidumbre hacia el ensueño y desprecio de la realidad inmediata. Todos los héroes han chupado la voluntad, el fervor, la energía inaudita en esta Certidumbre Estupenda del Alma.

Religiosidad es, todavía, sugestión de una noble altivez.

Estoy aquí, dice el doloroso, por un escondido designio del Señor. Mi casa es un muladar y los harapos oprimen mi cuerpo; pero no siento el harapo sobre mi alma, y aparto con dignidad tranquila lo inmundo, sin deprimirme."

Gabriela Mistral

(Extractos de uma conferência sem data. 1916? 1924?)


In Luis Vargas Saavedra, Prosa religiosa de Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello; 1978.

(Fonte da imagem: centroschilenos.blogia.com)

Sem comentários: